La hormona de la felicidad: breve historia

11.11.2022

Busque en Google la palabra "dopamina" y sabrá que sus apodos son "la hormona de la felicidad" y "la molécula del placer" y que se encuentra entre las sustancias químicas más importantes de nuestro cerebro. La dopamina se ha convertido en un verdadero tesoro de la ciencia, y The Guardian la ha calificado como "la Kim Kardashian de los neurotransmisores".

Sin embargo, hace un siglo, la dopamina recién descubierta se consideraba una sustancia química poco estimulante, nada más que un precursor de la noradrenalina

Cuando Casimir Funk, bioquímico polaco y descubridor de las vitaminas, sintetizó por primera vez el precursor de la dopamina, la levodopa, en 1911, no tenía ni idea de la importancia que tendría la molécula en la farmacología y la neurobiología. Tampoco lo sabía Markus Guggenheim, un bioquímico suizo que aisló la levodopa en 1913 a partir de las semillas de una haba, Vicia faba.

Justo antes de la Segunda Guerra Mundial, un grupo de científicos alemanes demostró que la levodopa se metaboliza en dopamina en el organismo, mientras que otro investigador alemán, Hermann Blaschko, descubrió que la dopamina es un intermediario en la síntesis de la noradrenalina.

La historia de la dopamina se aceleró en los años de la posguerra con la observación de que la hormona estaba presente en varios tejidos y fluidos corporales, aunque en ningún lugar de forma tan abundante como en el sistema nervioso central.

En 1960, sin embargo, la comunidad médica aún no estaba preparada para aceptar que la dopamina fuera algo más que un aburrido intermedio entre la levodopa y la noradrenalina. En un prestigioso simposio de Londres, Carlsson y sus dos colegas presentaron su hipótesis de que la dopamina podía ser un neurotransmisor, implicándola así en la enfermedad de Parkinson.

A finales de la década de 1960, la levodopa y la dopamina ocupaban los titulares. Un artículo del New York Times de 1969 describía mejoras sorprendentes similares en pacientes con la enfermedad de Parkinson que fueron tratados con levodopa.

Sin embargo, la historia de la dopamina no se limita a la enfermedad de Parkinson, sino que se extiende al tratamiento de la esquizofrenia y la adicción.

Según un artículo de 2015 en Nature Reviews Neuroscience, se produjo una oleada de investigaciones de baja calidad que llevó a los autores a concluir que somos "adictos a la teoría de la adicción a la dopamina." Casi todos los placeres bajo el sol se atribuían a la dopamina, desde comer alimentos deliciosos y jugar a juegos de ordenador hasta el sexo, la música y las duchas calientes. Sin embargo, tal y como demuestra la ciencia reciente, la dopamina no sólo tiene que ver con el placer, sino con la predicción de recompensas, la respuesta al estrés, la memoria, el aprendizaje e incluso el funcionamiento del sistema inmunitario. Desde su primera síntesis a principios del siglo XX, la dopamina se ha malinterpretado y simplificado en exceso

Fuente: Medscape