¿Feliz Navidad?: Cuestión de tu cerebro

24.12.2022

Cuando experimentamos alegría y otros placeres, el cerebro libera dopamina. La dopamina es lo que te da esa cálida sensación de felicidad. También contribuye al estado de ánimo, el aprendizaje y la memoria. Por eso puede recordar acontecimientos felices de hace décadas -el día de su boda, el nacimiento de un hijo o cuando conoció a su cónyuge- aunque no recuerde qué almorzó.

Durante las fiestas navideñas, es posible que se encuentre en un estado constante de buen humor. Tiendo a asociar esta época del año con pensamientos felices de Navidades pasadas, porque esa es mi tradición, pero hay muchas otras fiestas y tradiciones maravillosas en esta época del año.

Es posible que muchos de los que te rodean estén llenos de buen humor estacional cada año cuando la página del calendario pasa a diciembre. Gran parte de ello se debe a la anticipación de la alegría esperada. Esta alegría proviene de la anticipación de las cosas buenas que vendrán. Anticipas la alegría, se libera dopamina y entonces sientes alegría.

También puedes sentirla cuando eliges los regalos o participas en las tradiciones familiares. La alegría no deja de aparecer.

Muchas familias tienen tradiciones que se han practicado durante años o incluso durante generaciones. Las tradiciones ayudan a hacer de las fiestas un maravilloso punto de referencia en nuestro año, en el que nos recordamos colectivamente que estamos conectados a nuestra pequeña tribu.

Neurológicamente estamos diseñados para estar conectados unos con otros; estamos diseñados para apegarnos unos a otros; y nuestros cerebros liberan la hormona oxitocina cuando estamos con (o pensamos en) aquellos a los que más queremos - para hacer crecer nuestro sentido del "yo" para incluir a aquellos que son nuestros seres más queridos.

Ahora vamos a estar con esas personas: nuestra gente. Compartiremos nuestra historia común y una larga lista de cosas, a menudo extravagantes, que nuestra familia asocia con las fiestas. Esperamos con impaciencia las vibraciones positivas de practicar esas tradiciones especiales. Y... la dopamina sigue fluyendo.

Sin embargo, las fiestas no son alegres para todo el mundo.

Los sentimientos negativos en esta época del año pueden estar asociados a recuerdos de momentos decepcionantes y difíciles. Puede haber ansiedad por cumplir las expectativas percibidas de los demás, incluyendo la preparación de comidas impecables, la selección de los regalos perfectos o la creación de un ambiente festivo impecable, así como preocupaciones por el comercialismo e incluso por interactuar con ciertos familiares. Puede haber muchas razones para no querer tener nada que ver con las fiestas.

En esas circunstancias, quizá lo mejor sea empezar una nueva tradición navideña. Tal vez elijas un nuevo lugar al que ir y/o un grupo diferente con el que celebrarlo. Tal vez quieras pasar el día en la playa o en la montaña con tus amigos y adoptar esto como tu nueva costumbre navideña.

Una parte fundamental de muchas fiestas, y especialmente de la Navidad, son las historias que se transmiten de generación en generación. Renos voladores, duendes fabricantes de juguetes y, por supuesto, Papá Noel. Este folclore sobre cosas que pueden no ser ciertas también influye en el funcionamiento de nuestro cerebro.

Una parte fundamental de muchas fiestas, y especialmente de la Navidad, son las historias que se transmiten de generación en generación. Renos voladores, duendes que fabrican juguetes y, por supuesto, Papá Noel. Este folclore sobre cosas que pueden no ser ciertas también influye en el funcionamiento de nuestro cerebro.

Nuestro cerebro se deja engañar fácilmente, sobre todo cuando las historias proceden de fuentes fiables. Es decir, la abuela no sólo dice que los renos pueden volar; parece que incluso los conoce por su nombre.

Todos llevamos en el cerebro muchas historias parecidas a las de Papá Noel sobre nuestro mundo, sobre nosotros mismos y sobre los demás. Para ser amables, esas historias no son del todo ciertas, pero pueden ser útiles (o incluso necesarias) para atravesar algunos periodos de nuestras vidas, al menos hasta que encontremos la verdad. Esa búsqueda de la verdad que puede incluso impulsarte a convertirte en científico.

Aún recuerdo el momento en que descubrí que Papá Noel era un fraude. Aunque, debo decirles, sigo amando a Papá Noel... y las fiestas.

¡Feliz Navidad!


Fuente: Michael Merzenich, PhD Your Brain on Joy: A Neuroscientist Reflects on the Effect of the Holidays - Medscape - Dec 21, 2022.