¿Qué condiciones pueden causar la pérdida de memoria?
Varias afecciones relacionadas con la salud pueden provocar la pérdida de memoria. A menudo, estas causas pueden darse de forma individual o conjunta y suelen resolverse tras el tratamiento.
Entre ellas se encuentran:
La enfermedad de Alzheimer:
La pérdida de memoria es uno de los síntomas más comunes de la enfermedad de Alzheimer. Una persona que padece esta enfermedad puede tener dificultades para recordar información importante y realizar tareas cotidianas.
Envejecimiento:
El envejecimiento puede cambiar las estructuras y la química del cerebro, afectando a la capacidad de una persona para aprender nueva información y recuperar la que ya conoce. Los síntomas de la pérdida de memoria relacionada con la edad suelen ser leves.
Medicamentos:
Ciertos medicamentos pueden interferir con la química del cerebro y provocar pérdidas de memoria a corto y largo plazo. Sin embargo, esto suele resolverse con cambios de medicación. Algunos ejemplos de medicamentos que pueden provocar pérdidas de memoria son los psicofármacos, los antidepresivos o los anticonvulsivos. Los adultos mayores también son más propensos a desarrollar un deterioro cognitivo inducido por medicamentos que los adultos jóvenes. Esto puede deberse a la toxicidad de los fármacos por el deterioro de las funciones hepática y renal.
Traumatismo craneal:
Los traumatismos craneoencefálicos de moderados a graves provocados por deportes o accidentes pueden afectar a la retención de la memoria a corto y largo plazo.
Trastorno por consumo de alcohol (TCA): Según un estudio de 2022, el consumo excesivo de alcohol o el trastorno por consumo de alcohol (TCA) puede provocar la pérdida de células cerebrales llamadas neuronas y causar un deterioro cognitivo.
Deficiencia de vitamina B12:
Las personas con una deficiencia de vitamina B12 tienen una mayor probabilidad de pérdida de memoria y otros problemas cognitivos. Esto puede deberse a una mala mielinización, una condición que daña la vaina de mielina que cubre las fibras nerviosas en el cerebro.
Estrés:
Una investigación realizada en 2016 sugiere que el estrés afecta a la memoria de forma dependiente del tiempo. El estrés puede afectar a la formación de la memoria a corto y largo plazo, al tipo de recuerdos que una persona forma y a la capacidad de recordar información vital.
Depresión: Según un estudio de 2018 ,las personas con uno o más síntomas de depresión pueden tener quejas de memoria. Otro trabajo de 2016 señala que algunos antidepresivos pueden causar pérdida de memoria.
Falta de sueño:
Las personas que no tienen un sueño de calidad pueden tener problemas de memoria, lo que puede afectar directamente a sus actividades diurnas.
Otras causas:
Las personas con ciertas afecciones, como el COVID-19, el herpes, el VIH, la enfermedad de las encías, la enfermedad de Lyme, la sífilis, la infección del tracto urinario y las infecciones pulmonares, pueden tener un mayor riesgo de complicaciones neurológicas, incluida la pérdida de memoria. Otras causas pueden ser la diabetes, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, la disfunción renal, los trastornos endocrinos, las enfermedades cardiovasculares y otras afecciones neurodegenerativas. En muchos casos, el tratamiento de la infección subyacente puede resolver la pérdida de memoria.
¿Cuándo contactar con un neurólogo?
Una persona debe ponerse en contacto con un médico si experimenta alguno de estos síntomas:
perderse en lugares conocidos
hacer repetidamente las mismas preguntas
tener dificultades para seguir instrucciones e indicaciones
tardar mucho más tiempo en realizar las tareas cotidianas
dificultad para recordar los nombres y las caras de amigos y familiares cercanos
confundir las palabras durante las conversaciones
incapacidad para cuidar de sí mismo con una dieta poco nutritiva, sin bañarse y comportándose de forma insegura
Además, una persona debe hablar con un médico si experimenta algún efecto secundario por el uso de un medicamento recetado para la pérdida de memoria. El médico puede ayudar a trazar un plan. Puede reducir la dosis o cambiar la medicación para aliviar cualquier síntoma de empeoramiento de los efectos secundarios.